La medicina y el cine son parte de nuestro día a día. Acudimos a la consulta o a la sala en busca de algún tipo de alivio y de puertas a otros mundos. Y la consulta y la sala, la medicina y el cine, se miran de reojo. La medicina quiere al cine para mirar, explorar y estudiar, diagnosticar y operar; también como herramienta publicitaria y de propaganda, para construir su autoridad. Y el cine cuenta muy a menudo con la medicina porque trabaja con experiencias rutinarias de salud y enfermedad, sus miedos y sus osadías, sus servidumbres y sus rebeldías. La medicina y el cine caminan de la mano con la experiencia cotidiana de la muerte y de la vida. Y la medicina es cine porque es soñar, cuestionar y luchar, como lo es sufrir, morir y amar. Y es por esto mismo que también, en nuestro día a día, el cine es medicina.